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Date obolum Belisario, carta por Don Pedro de Egaña

Música y músicos > Intérpretes, compositores, otros > Iparaguirre, José María (bardo)
 
IPARRAGUIRRE
Y
EL ÁRBOL DE GUERNICA

BIBLIOTECA BASCONGADA DE FERMÍN HERRÁN

TOMO II.

B I L B A O

Imprenta de la BIBLIOTECA BASCONGADA
Müller y Zavaleta, Gran Vía 24
1896

   Vino a ayudar los propósitos que todos teníamos en favor del insigne Iparraguirre, el Sr. D. Pedro de Egaña, ilustre patricio vascongado que residía en Cestona, publicando esta carta, tan hermosa en el concepto literario como en el patriótico y moral, que salió a luz el día 4 de Noviembre de 1879:

DATE OBOLUM BELISARIO
(DAD UNA LIMOSNA A BELISARIO)

   Sres. Director y Redactores de

El Noticiero Bilbaíno.

     Mis estimados amigos: Ruego a ustedes se sirvan añadir mi nombre y firma a las demás que autorizan la sentida Exposición que publican ustedes en su número de ayer sobre el pobre Iparraguirre.
   Siempre fue mi opinión manifestada a cuantos de palabra o por escrito me han consultado acerca del particular, que el porvenir y la suerte de ese inspirado y entusiasta cantor de nuestras santas costumbres y seculares libertades, no debía dejarse a la iniciativa particular, eventual e insegura, y casi siempre mezquina en sus resultados, sino que debía constituir una obligación sagrada del país, representado por las autoridades provinciales de las cuatro hermanas.
   En ese sentido escribí poco antes de que muriera a nuestro malogrado Loredo: en parecidos términos me dirigí hace poco al joven y brillante escritor alavés Fermín Herrán: así se hizo en otro tiempo con el anciano Iztueta, a quien la Diputación de Guipúzcoa colocó modestamente por toda su vida en una de sus dependencias: y así creo yo que debiera hacerse por las autoridades provinciales de las cuatro hermanas, puestas previamente de acuerdo, sobre el medio mejor de llevar a cabo un pensamiento que todo el mundo aprueba, y cuyo fracaso imprimiría una mancha eterna sobre nuestros sentimientos y carácter.
   No hace un año que la Diputación de Guipúzcoa pensionó con una fuerte suma a cierto joven de Arrona. de buena y fresca voz, para que pudiera perfeccionar su educación musical en Italia. No lo repruebo: todo lo que sea estimular y ayudar a la juventud inteligente y desvalida, me parece laudable; pero lo que se ha hecho con el  Sr. Trabadelo ¿no puede y debe hacerse, con mayores y más legítimos títulos, con el insigne bardo q ue hace treinta años está cantando nuestras glorias pasadas y llorando sobre nuestras desdichas presentes? El favor dispensado al sobrino del cura de Arrona es un servicio de carácter personal, ventajoso para el interesado, pero del que ningún provecho ha de sacar el país. Lo que éste haga con el S r . Iparraguirre, será el pago de una deuda sagrada de gratitud y la recompensa de servicios de inestimable precio prestados a t oda la familia euskara; porque los cantos, generalmente melancólicos y llenos de sentimiento, del bardo guipuzcoano, son el triste lamento de un pueblo que agoniza, y la expresión más gráfica de los afectos y aspiraciones de nuestras sencillas y patriarcales masas. Todos los pueblos tienen su cuartel de inválidos para los que han derramado su sangre o hecho notables servicios a su patria: ¿no hemos de tener nosotros un rincón en que pueda exhalar su último suspiro el Tirteo o el Homero de las montañas vascas?
   Eso no obsta a que, mientras tanto, se abra en las cuatro provincias una suscripción, sea popular, sea limitada a las personas más pudientes de ellas, para asegurar al Sr. Iparraguirre un recurso mensual decoroso con que pueda atender a sus necesidades; en cuyo caso, tendrá a mucha honra figurar en la lista de suscriptores este su atento S. S. y amigo Q. S. M. B .
PEDRO DE EGAÑA
Cestona, 31 de Octubre de 1879.

__________________

   A pesar de todos estos esfuerzos que los verdaderos admiradores del bardo vascongado hacíamos por aliviar su situación, ésta, cada vez iba siendo más aflictiva; pero, en medio de todo no dejaba de experimentar satisfacciones.
   Copiemos algunos párrafos de las cartas que por estos días me escribía, que retratan su alma bondadosa de cuerpo entero. Desde Lequeitio, en 9 de Octubre de 1878, me da cuenta de haber acompañado a conducir los restos de su amigo el valiente general Lersundi, con cuya familia y con la del vizconde de Artazcos y el señor Aróstegui, Alcalde de Deva, había pasado días felices en el seno de sus amadas familias; me anuncia que quiere ir a Guernica y después a su caserío, a «esperar la decisión de vuestro patriótico pensamiento». Desde Barrio y Valle de Santa Lucía, en 24 de Octubre de 1878, escribe estas tristísimas palabras:
   «Gracias, querido Fermín; tú me alientas en mi desventurada suerte, pues bien sabes que se trata de una cuestión de vida o muerte para mí. ¡Quiera Dios que vuestros esfuerzos, contando con los buenos vascongados, consigan mi anhelante deseo de dejar mis huesos en esta tierra, que yo adoro con frenesí.
   A poca distancia del caserío de Chapártegui, he fijado mi residencia... Dentro de pocos días te mandaré unos versos A Moraza, con la traducción en verso.»
   Con fecha 3 de Diciembre de 1878, escrita en Villafranca, aprueba los medios que preparábamos para ayudarle. Más animado, el día 16 del mismo mes, desde Valle de Santa Lucía, se regocija de la función del Club Artístico de Bilbao dada en su beneficio, de la crónica de ella, publicada el día 11 en El Noticiero Bilbaíno, y de que en Tolosa se preparaba una función, en la que tal vez cantaría unos versos.
   En el mismo sentido me escribe sus cartas del 26 de Diciembre de 1878, del 1 y 4 de Enero de 1879, en la última de las cuales me dice que se ha trasladado de domicilio a una casa enfrente que se llama Zozabarro, agregando «el nombre no es muy poético, pero el paisaje es pintoresco ». El 3 de Febrero me dice que Arturo Campión propondrá a la Junta general de la Asociación Eúskara que, de los sobrantes de las recaudaciones mensuales, se asigne una cantidad para favorecerle a él, y que, en agradecimiento, ha dedicado unos versos a dicha Asociación Eúskara de Pamplona, que los traducirá Campión. El 13 de Febrero de 1879, me notifica que los Sres. Bats y Urain y Manterola continuarán las funciones teatrales que yo exponía en mi artículo.
   La carta que Iparraguirre me escribió en 29 de Marzo de 1879, desde su rincón del Valle de Santa Lucía, se halla impregnada de cierta melancolía, como aquel que presiente que sus deseos no se han de realizar, y después de nombrar a los amigos que tanto interés mostrábamos por él, exclama:
   «...¿me olvidarán? ¡Oh!... no... no podrá ser! Guillermo Tell, el libertador de Suiza, sólo reunió siete hombres en un principio en el cantón de Uria, a la orilla del lago de Lucerna; por eso yo me consuelo al recordar los nombres de mis hermanos, que, aunque desgraciadamente no muchos, están dando pruebas de verdadero patriotismo.»
   El 19 de Mayo de 1879 me anuncia que tomará parte en las fiestas de Elizondo; y en 2 de Junio, ya lleno de desconsuelo, escribe: «Sí, querido Fermín, es preciso hablar claro; yo agradeceré con toda mi alma si se organiza una función en Vitoria y otra en San Sebastián, y entonces daré el último adiós a esta degenerada e ingrata tierra, y con un abrazo a mis fieles amigos, volveré a embarcarme e iré a morir en lejanos países lleno de desesperación y de vergüenza. Todo esto que pienso te lo digo porque nada puedo ocultar a mi hermano; y, lo que acabo de decir, hay que hacerlo cuanto antes, pues el mes de Agosto y Septiembre son los mejores tiempos para el mar... Contéstame pronto, dame algún consuelo... Mi salud va siendo mediana; no puedo cantar...»
   El 19 de Junio de 1879 me habla de la organización de una función de teatro, y, con tal motivo, me pongo en comunicación con Ricardo Becerro de Bengoa, el cual, con la asombrosa facilidad que Dios le ha dado, me escribía diciéndome:
   «He visto tu proyecto en pro de nuestro querido poeta Iparraguirre, y, realmente, de no querer las Diputaciones provinciales hacer nada, me parece muy aceptable. De todos modos, no sé cómo lograremos al fin que Iparraguirre pueda quedarse en Guipúzcoa. ¿Crees tú que podrán aumentar los ingresos de las funciones teatrales si se pusiese en escena un drama histórico mío, dedicado a Iparraguirre, titulado El Conde de Salvatierra, apoteosis de aquel grande hombre de nuestras Comunidades? Haré el drama en tres actos y en verso; se estudia en esa, se representa, y después en Pamplona, Bilbao y San Sebastián. Ya le echaré a la salsa toda el agua necesaria para que no pique... Lo haré en ocho o diez días... podréis leerlo en amistoso comité, y si resulta bueno, se hace, y si no... se quema.»
   Desde Elizondo, a 29 de Julio de 1879, me reseña las fiestas que debieron celebrarse bajo el patrocinio de Mr. d'Abadie, y que, por un disgusto del inocente juego de los gansos, se celebró sin su presencia; que el tema de su composición, como siempre, había sido Dios, Patria y Fueros, y que por no haber más que un premio, y encontrándose el Jurado con dos composiciones de igual mérito, como eran la de Arrese y la suya, echaron a suertes para resolver la duda, y la suerte había favorecido al otro. Escrita en el Valle de Santa Lucía en 4 de Septiembre está la carta en que manifiesta que Arturo Campión le propone que uno de los amigos de Iparraguirre busque en cada una de las cuatro provincias, diez amigos que contribuyan con un duro al mes, comprometiéndose él, desde luego, a hacerlo en Navarra. La situación de Iparraguirre va empeorando para la fecha de 18 de Septiembre, en que me anuncia que ha salido a dar algunas funciones en compañía de un antiguo amigo llamado Zubiria.
   Tantas gestiones llevadas a cabo por lparraguirre y por sus amigos, dieron, al fin, el resultado que me anunciaba el autor de «El Guernica» en carta fechada a 3 de Julio de 1880, en Santa Lucía (Zumárraga): «...me han señalado las Diputaciones pensión: Guipúzcoa, 40 pesetas; Vizcaya, 40 pesetas; Álava, 30 pesetas, que suman 22 duros; no es mucho; pero, en fin, está asegurada mi existencia.»
   Su última carta anunciaba más hermosos horizontes, más vivas esperanzas, más felices realidades; pero bien cerca estaba de cortarlo todo la impía guadaña de la muerte.
   He aquí la última carta que me dirigió:



  Valle de Santa Lucía (Zumárraga).
   Mi querido Fermín: Tiempo hace que deseaba escribirte; pero quería para esto tener que darte alguna noticia agradable; -como la venida de mis hijas; pues espero que dos de ellas vendrán a hacerme compañía; tengo buenos amigos en Buenos Aires, que practican las diligencias para darme este sin igual consuelo.
   Estos mismos amigos, que quiero nombrar, son D. Mateo Durañona y D. Francisco Aranguren, que, sabedores de cómo me hallaba, me han remitido doce mil reales que estaban en el Banco de Caravaca: la mitad de dicha cantidad la he puesto asegurada en la Caja de Ahorros de San Sebastián, y con la otra mitad me he vestido con decencia y he pagado mis deudas.
   A fines de mes, o a principios del que viene, pienso pasar a Vitoria, y mucho sentiré no encontrarte; pero, de todos modos, me avisas cuándo piensas pasar a tu pueblo natal, para yo ir a darte un abrazo.
   Adiós, mi querido hermano. Siempre tuyo,
JOSÉ MARÍA DE IPARRAGUIRRE.»


   8 de Enero de 1881.
   Después de tantas vicisitudes, conseguimos los amigos y admiradores de Iparraguirre que no tuviese que abandonar su tierra amada, y que en ella exhalara su postrer suspiro y descansaran los huesos del inmortal autor del Guernikaco-Arbola.
        FERMÍN HERRÁN.

Bilbao, 1° de Agosto de 1896.








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